viernes, 11 de junio de 2010

Contrición


No merezco el aire que respiro. No merezco la comida que como. No merezco otro consuelo que el vacío creciente de mi estómago.
No merezco la comida que como. No merezco el aire que respiro. No merezco otro consuelo que el vacío creciente de mi estómago.
No merezco el aire que respiro. No merezco la comida que como. No merezco otro consuelo que el vacío creciente de mi estómago.

Soy un veneno. Soy un veneno. Soy un veneno.

Que los temblores que me huracanan se enreden a mis aurículas y me infarten. Que este frío que me cala cuaje en hielo y me desgarre. Que las promesas que he roto se me pudran dentro y me maten. Se me pudran dentro y me maten. Se me pudran dentro y me maten.

Ahora tengo la satisfacción de aniquilarme el cuerpo a intervalos de hambre. Veneno. Veneno. Veneno. El placer de negarme el sustento y el de sentir, creciendo cual bebé tumorado y rígido, este vacío que me llena de la nada amorfa que merezco. Veneno. Veneno. Veneno.