El perfume no es del todo grato a la nariz, pero sí muy sofisticado. No podría no serlo tratándose, como se trata en efecto, de un perfume conceptual. Un perfume llamado Flor de túmulo que huele a rosa, geranio, salvia, tomillo y grosellas negras, sí, pero a rosa, geranio, salvia, tomillo y grosellas muertos. Jean-Baptiste Grenouille alabaría lo conseguido de esta fragancia y, aunque él la sintetizaría mejor, entendería sin duda la intención que se adivina en sus creadores.
El perfume es decadente y vampírico, y aunque siniestro consigue excitar los sentidos. En sus momentos más alegres huele un poco a tiesto (será el geranio), y en sus caídas en picado a flores con moho. Una exquisitez para narices algo desviadas que gusten de fragancias polimorfas y por completo amorales. Lestat usaría este perfume. Y Felicidad Blanc también.
Chapeau